Un poco de Historia: El cristal de Murano

Verdaderas joyas de vidrio, la técnica de su fabricación fue ocultada durante siglos por los venecianos.




Como sabe El Viajero, las hoy famosas perlas de Murano nacieron con la intención de imitar a las piedras preciosas, pero el invento fue tan perfecto y tan bello, y a la vez tan diferente al pretencioso modelo, que con el tiempo se convirtió en una forma de arte.

El Viajero sabe que las llamadas "perlas" de Murano todavía se hacen a mano, por ello, si se comparan piezas similares y salidas de la misma factoría, muestran pequeñas diferencias de color y forma. En la pretensión de hacer del vidrio una joya, los artesanos incorporan hojas de plata, platino o de oro 24 quilates. Las hojas se colocan en un núcleo de vidrio y se cubren con vidrio claro o colorado. Algunos artesanos buscan que la perla tenga efectos mate para hacerla más sofisticada.

Otra paradoja de estas reinas nacidas plebeyas es que deben su nombre a unos "accidentes" y a su vez, la isla de Murano, debe su fama, a los resultados de estos "accidentes". Los continuos incendios provocados por las fábricas de vidrio en Venecia, obligaron a las autoridades a desplazar del centro de la ciudad a todas las vidrierías, que no eran pocas. Esto sucedió hacia el año 1291. Murano, descripta como una "isla" de la gran laguna veneciana, ubicada a 16 kms. del centro de la ciudad, es, en realidad, parte del archipiélago de Venecia. Cuando los vidrieros fueron obligados a mudarse, Murano, una antigua villa fundada por los romanos, había comenzado su declive productivo. Sus habitantes, atraídos por mejores perspectivas económicas, se habían mudado a puertos comerciales vecinos. La llegada de los vidrieros -a quienes, como sabe El Viajero, llamaban "phialeri" porque soplaban "phiale", es decir, botellas- cambió el destino de Murano.

El Viajero Ilustrado sabe, sin embargo, que los orígenes del vidrio son muy anteriores. Los primeros objetos de vidrio fueron cuentas de collar o abalorios fabricados en tiempos inmemoriales; en cambio, las vasijas huecas fueron un invento posterior, datan del 1500 aC. Es probable que fueran artesanos asiáticos los que establecieron la manufactura del vidrio en Egipto, cuya fabricación floreció también en la Mesopotamia hasta el 1200 aC. y llamativamente, luego cesó casi por completo durante varios siglos. La Edad Media dio un nuevo impulso a los fabricantes de vidrio que instalados en conventos proveyeron a templos e iglesias de vitraux, cerramientos y arañas, y por cierto de botellas para envasar los vinos. Desde Murano la industria veneciana dominó el mercado europeo hasta el año 1700. Como sabe El Viajero, la contribución más importante de los venecianos fue el desarrollo de un vidrio sódico duro y refinado de gran ductilidad. Incoloro y de gran transparencia, el vidrio veneciano se destacó por su semejanza con el cristal de roca. Se lo llamaba cristallo. De donde viene lo de cristal de Murano, nombre con el que se lo reconoce en todo el mundo. Hacia finales del siglo XVI las formas se hicieron más ligeras y delicadas. Por estos años, los sopladores de vidrio comenzaron a explorar la ductilidad del material y produjeron auténticas maravillas. Desarrollaron un tipo de filigrana de vidrio que sería muy imitada y que consistía en incorporar hebras de vidrio blanco opaco dentro de un cristal transparente.

Todos los fabricantes de vidrio de Europa intentaron copiar las técnicas, materiales y decoraciones de los venecianos. Lo que no era sencillo pues, como solía suceder en esas épocas, el "sindicato" de phialeri prohibía no sólo divulgar los secretos de la fabricación del vidrio sino incluso impedía a sus obreros aventurarse fuera de sus fronteras. Pero, uno de sus grandes artesanos, Antonio Neri, publicó en 1612 un libro llamado El arte del vidrio, donde develó los secretos mejor guardados durante centurias.

Entonces, cada país desarrolló su propia façon de Venise adaptando el modelo veneciano a las formas y decoraciones de preferencia propia. La influencia italiana acabó desapareciendo en el siglo XVII al surgir nuevos métodos para la fabricación de vidrio en Alemania e Inglaterra. Sin embargo, pocos lograron alcanzar la sutileza del cristal de Murano cuyo mayor valor está en su "irradiación": muestra un color profundo o un brillo claro sólo cuando está sobre la piel. Por ello, en el mundo aún envidian este detalle cuyo secreto nunca fue develado y que constituye la última paradoja de este sutil arte. Una joya con cristal de Murano es incompleta. Su elegancia se alcanza sólo si concuerda con un tipo de piel específico.

Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2008/03/02/v-01618920.htm